Leí con cierto sobresalto que el buen Eusevio Ruvalcaba se había apersonado para dar una conferencia en Almoloya (imaginar al mochaorejas entre la concurrencia) y que en apariencia la pasó bastante bien, aunque relata que algunos lo veían fijamente y con mucha agresividad, lo cuál hubiese sido causal suficiente para que un servidor abandonara el ruedo y se regresara corriendo a casa. El caso es que no quiero hablar de Eusevio o de su capacidad, sino de las conferencias en sí mismas, ya que me parecen un acto social digno de mucha atención.
Se asume normalmente que para que tal evento ocurra, es necesaria una conjunción en la que haya un señor dispuesto a hablar y un par de docenas con ganas de oirlo (lo cual es muy saludable pero a veces está lleno de agujeros como veremos más adelante). Este paso, por cierto, en ocasiones es simplemente incumplible, lo que produce que los organizadores del evento inviten al señor de la luz y al que barre para que se sienten en las butacas y acompañen en su soledad al conferencista, mientras le explican que "es un mal día" o que "con este tránsito seguramente la gente se retrasó".
Lo primero de lo primero es elegir un tema medianamente legible y esto tampoco es cosa fácil, ya que en algunos de los casos, los conferencistas son especialistas a la novena potencia en un tema que, desgraciadamente, solo les interesa a ellos, lo que produce invitaciones a escuchar cosas como: "el uso de condimentos en la cocina poblana del siglo XVI" o " el maltrato doméstico en la tribu huicaxostle: un preludio de modernidad". En estos casos, si el que da la conferencia no cuenta con una familia numerosa, el asunto estará destinado al más irremediable fracaso y el evento se transformará en una tertulia.
Otra opción tiene que ver con temas técnicos. al respecto me remito a la pagina once de El financiero, publicada hace poco, en la que se promueve la asistencia a un pánel para conocer las "estructuras financieras en proyectos de infraestructura del sector privado", en la que el público en general se podrá ver beneficiado de tan invaluable aporte por solo $2,100 mas IVA. En este caso supongo que deben existir seres humanos capáces de informarnos qué carajos es una estructura financiera y como ésta colabora con los proyectos de infraestructura; asumo también que los asistentes no son idiotas, por lo que consideran que el dinero gastado es pura inversion que les permitirá acrecentar sus ganancias o revendre la información a alguien menos preparado.
Una tercera opción, más escalofriante aún, es la de los señores que recetan autoayuda y que le explican al resto de sus congéneres cosas como la forma de hacerse rico, de ser felíz o de enfrentar los problemas del mundo. en este caso se trata de un señor normalmente muy listo, quien ha encontrado una fórmula de ayuda que aplica indiscriminadamente a una nube de gente que claramente no es tan lista y que acude en masa, pagando para aprender técnicas de asertividad que le permitan regresar el plato de ejotes en un restaurante si no está a la tempratura correcta. Los campeones mundiales de esta categoria son un señor que se llama Miguel Angel Cornejo -que le enseña a la gente a ser excelente- y otro que se llama Jaime Maussan, cuyas charlas versan sobre presencias extraterrestres en el planeta, lo que resulta notable (nunca he entendido por qué los extraterrestres son tan misteriosos y no descienden a las doce del dia en el zocalo, en lugar de andársele apareciendo a gente que probablemente, como concecuencia causal de tan honrosa visita, sufre reblandecimiento cerebral), porque de hecho hay gente que asiste y hasta lleva sus videos en los cuales aparece un objeto volador no identificado sobrevolando la colonia Barrio Camisetas.
En todas las conferencias a las que he asistido (que no son muchas), siemrpe hay un baboso que quiere evidenciaral ponente y le pone toritos que empiezan invariablemente diciendo cosas como: "discrepo de su idea en el sentido de que el coronel Jodl fue el culpable del fracaso en la voladura del puente en la batalla de Marengo". Si el conferencista es listo, lo deja hablando solo; pero en caso contrario, se arma un diálogo que termina con los dos con las venas saltadas y gritándose peladeces, mientras la organizadora del evento llama a la cordura.
Conferencias...
jueves, 25 de marzo de 2010
martes, 23 de marzo de 2010
DE TONTOS Y DINOSAURIOS
La evidencia mas concreta que recuerdo de alguien hablando de cosas que no entendía tiene que ver con un maestro que tuve. cuya caracteristica distintiva se podia resumir en 3 palabras: era un estupido.
No recuerdo una sola clase en la que supiera de que estaba hablando, sin embargo, tenia la característica casi milagrosa de aparentar como que sabía y entonces decía con extraordinario aplomo cosas como que el río amarillo se llamaba así por que etaba lleno de orines de chinos o que Praga era la capital de Bulgaria. Si alguien lo corregía parpadeaba para luego afirmar " eso dije"
Traigo esto a colación no porque me parezca particularmente interesante sino porque, creo, refleja una costubre, que es la de hacer como que uno lo entiende todo antes de pasar el papelazo de quedar como un imbecil.
Para ilustrar la idea me ofreceré como voluntario y utilizaré un ejemplo literario que me parece paradigmático y que simplemente no entiendo.
En estos ultimos días he estado leyendo acerca de unos crimenes gracias a una colección de nota roja de mi abuelo. Leyendo uno de estos libros escrito por el sr. Ronquillo, me encontré con la siguiente frase "cuando al lugar de los hechos llegaron los refuerzos, las bolsas, como el dinosaurio de Monterroso, seguian ahí" lo siguiente que hice fué pararme y buscar en el librero los libros de monterroso y sufrí un preinfarto cuando me di cuenta que el impecable orden alfabético de mi abuelo había sido perturbado por la señora que sacude. Finalmente encontré el texto que buscaba, Obras completas (y otros cuentos), lo abrí en la página 71 en la parte superior se leia "el dinosaurio" y todo lo demás, incluida la página siguiente estaba en blanco, en la página 73 pude leer la siguuiente frase "y cuando despertó, el dinosaurio aún estaba ahí" de la cual había escuchado cientos de referencias, entre ellas que es el cuento más pequeño del mundo.
Bien, en este momento haré una serie de dolorosas confesiones, la primera e que no tengo la menor idea de a que se refiere la frase monterrosiana, la segunda, es que no entiendo por qué es un cuento y la tercera es que sospecho que estoy cometiendo un pecado, pero ni modo.
¿A qué se debe que no comprenda algo tan exitoso? citaré algunas posibilidades:
a)soy medio güey
b)no he leido algo que todos ya leyeron
c) estoy amargado.
Podrían ser miles de cosas, pero el hecho es que sigo sin entender el cuento de el dinosaurio y que continuaré pensando que soy un badulaque o utilizando un modelo autoexculpatorio, que los demás tampoco entienden pero hacen como que sí para no lucir como hoy luzco yo.
Un saludo para el señor Monterroso y la esperanza de que algun día revele el secreto, que ya me empieza a oler a podrido.
No recuerdo una sola clase en la que supiera de que estaba hablando, sin embargo, tenia la característica casi milagrosa de aparentar como que sabía y entonces decía con extraordinario aplomo cosas como que el río amarillo se llamaba así por que etaba lleno de orines de chinos o que Praga era la capital de Bulgaria. Si alguien lo corregía parpadeaba para luego afirmar " eso dije"
Traigo esto a colación no porque me parezca particularmente interesante sino porque, creo, refleja una costubre, que es la de hacer como que uno lo entiende todo antes de pasar el papelazo de quedar como un imbecil.
Para ilustrar la idea me ofreceré como voluntario y utilizaré un ejemplo literario que me parece paradigmático y que simplemente no entiendo.
En estos ultimos días he estado leyendo acerca de unos crimenes gracias a una colección de nota roja de mi abuelo. Leyendo uno de estos libros escrito por el sr. Ronquillo, me encontré con la siguiente frase "cuando al lugar de los hechos llegaron los refuerzos, las bolsas, como el dinosaurio de Monterroso, seguian ahí" lo siguiente que hice fué pararme y buscar en el librero los libros de monterroso y sufrí un preinfarto cuando me di cuenta que el impecable orden alfabético de mi abuelo había sido perturbado por la señora que sacude. Finalmente encontré el texto que buscaba, Obras completas (y otros cuentos), lo abrí en la página 71 en la parte superior se leia "el dinosaurio" y todo lo demás, incluida la página siguiente estaba en blanco, en la página 73 pude leer la siguuiente frase "y cuando despertó, el dinosaurio aún estaba ahí" de la cual había escuchado cientos de referencias, entre ellas que es el cuento más pequeño del mundo.
Bien, en este momento haré una serie de dolorosas confesiones, la primera e que no tengo la menor idea de a que se refiere la frase monterrosiana, la segunda, es que no entiendo por qué es un cuento y la tercera es que sospecho que estoy cometiendo un pecado, pero ni modo.
¿A qué se debe que no comprenda algo tan exitoso? citaré algunas posibilidades:
a)soy medio güey
b)no he leido algo que todos ya leyeron
c) estoy amargado.
Podrían ser miles de cosas, pero el hecho es que sigo sin entender el cuento de el dinosaurio y que continuaré pensando que soy un badulaque o utilizando un modelo autoexculpatorio, que los demás tampoco entienden pero hacen como que sí para no lucir como hoy luzco yo.
Un saludo para el señor Monterroso y la esperanza de que algun día revele el secreto, que ya me empieza a oler a podrido.
viernes, 19 de marzo de 2010
DE INTELECTUALES
Me imagino que los servicios diplomáticos de todos los paises del mundo tienen un librito o un manual en el cual se explican las costumbres planetarias y que recomiendan cosas como ver a los ojos de una princesa de bora bora que trae los pechos de fuera, o usar el cuchillo correcto en el baile de los reyes de belgica. Me imagino tambien que en el caso de México hay un apartado así de grande en el que se advierte a los reyes, presidentes o primeros ministros que todo aquel que llegue a estas nuestras nacionales tierras, se enfrentará a una serie de ritos ígnotos que pueden poner su vida en peligro.
El primero y el más conspícuo, consiste en calarle al ilustre visitante un sombrero de mariachi. ¿para qué? lo ignoro, como ignoro el destino que dicha indumentaria tendrá al regreso. El manual debe ilustrar también sobre las visitas a los sitios menos visitables del mundo, como la fábrica de latas o de mofles para motocicleta. Me imagino tambien que el librito de marras advierte sobre la necesidad de usar tapones para los oidos, ya que un matracazo a traición es estímulo suficiente para desgraciarle la trompa de eustaquio a cualquiera.
Sin embargo y aunque usted no lo crea, el tema de esta ocación no es el de las visitas diplomáticas, sino de una parte del rito que siempre ha llamado mi atención por bizarro: el de la cita del visitante con los intelectuales.
Algunas vez un amigo de mi padre viajo a Argentina, lo mismo que un centenar de gorronnes invitados por el presidente; todos aquellos tenían algo en común: eran "intelectuales" (lo pongo entre comillas por que desconozco el significado del término).
La mayoria de estos señores, entre los que se contaban varias glorias nacionales, hicieron lo que la lógica indica y vivieron en completo estado de ebriedad varios días y de regreso se pararon a fayuquear todo lo que pudieron. Digo que era lógico por que yo hubiera hecho lo mismo, despues de todo, ¿qué se esperaba de estos señores? ¿que escribieran sonetos de jueves a domingo?¿Que entendieran las relaciones culturales entre las dos naciones? lo dicho: pura gorra. El único saldo palpable de tal visita, no es una escuela en Buenos Aires qe se llame Benito Juárez o un programa establecido de intercambio cultural, sino una televisión portatil que mi amigo le vendió al ropavejero ya descompuesta.
Pero perdone usted; este tampoco es el tema, lo que quiero discutir es una simple pero perturbadora pregunta ¿ qué carajos es un intelectual? lo que un se imagina es que por tal término debe entenderse que se trata de un sr(a) que se la sabe de todas todas y que ha destacado en un área artística. ¿ por qué artística? misterio de nuevo. Dos problemas percibo: el primero es que nadie se describe a si mismo como "intelectual" ya que no solo suena inmodesto sino ridículo. La paradoja es que son tan brutos que les encanta que los demás sí los distingan de tal manera. El segundo problema, se encuentra en el sistema de acreditación; ¿quién es el que califica al resto dentro de la categoria de intelectuales? Parecería que tal mérito se obtiene con el paso de los años, por lo que nuestra grey del intelecto debe sumar más años que la era cenozóica, asunto con el que tengo nada en contra, aunque, no comparta la idea de que la vejéz sea mérito alguno, como no lo implica ser de Michoacán o vestirse de gris.
En fin, propongo que en el siguiente desayuno de intelectuales nos presentemos en un acto de sabotaje, tosos los que podamos, con el fin de obligar a alguien a explicarnos por qué los que se están comiendo medio kilo de machaca caben en la definición y nosotros no.
Sería buenísimo...
El primero y el más conspícuo, consiste en calarle al ilustre visitante un sombrero de mariachi. ¿para qué? lo ignoro, como ignoro el destino que dicha indumentaria tendrá al regreso. El manual debe ilustrar también sobre las visitas a los sitios menos visitables del mundo, como la fábrica de latas o de mofles para motocicleta. Me imagino tambien que el librito de marras advierte sobre la necesidad de usar tapones para los oidos, ya que un matracazo a traición es estímulo suficiente para desgraciarle la trompa de eustaquio a cualquiera.
Sin embargo y aunque usted no lo crea, el tema de esta ocación no es el de las visitas diplomáticas, sino de una parte del rito que siempre ha llamado mi atención por bizarro: el de la cita del visitante con los intelectuales.
Algunas vez un amigo de mi padre viajo a Argentina, lo mismo que un centenar de gorronnes invitados por el presidente; todos aquellos tenían algo en común: eran "intelectuales" (lo pongo entre comillas por que desconozco el significado del término).
La mayoria de estos señores, entre los que se contaban varias glorias nacionales, hicieron lo que la lógica indica y vivieron en completo estado de ebriedad varios días y de regreso se pararon a fayuquear todo lo que pudieron. Digo que era lógico por que yo hubiera hecho lo mismo, despues de todo, ¿qué se esperaba de estos señores? ¿que escribieran sonetos de jueves a domingo?¿Que entendieran las relaciones culturales entre las dos naciones? lo dicho: pura gorra. El único saldo palpable de tal visita, no es una escuela en Buenos Aires qe se llame Benito Juárez o un programa establecido de intercambio cultural, sino una televisión portatil que mi amigo le vendió al ropavejero ya descompuesta.
Pero perdone usted; este tampoco es el tema, lo que quiero discutir es una simple pero perturbadora pregunta ¿ qué carajos es un intelectual? lo que un se imagina es que por tal término debe entenderse que se trata de un sr(a) que se la sabe de todas todas y que ha destacado en un área artística. ¿ por qué artística? misterio de nuevo. Dos problemas percibo: el primero es que nadie se describe a si mismo como "intelectual" ya que no solo suena inmodesto sino ridículo. La paradoja es que son tan brutos que les encanta que los demás sí los distingan de tal manera. El segundo problema, se encuentra en el sistema de acreditación; ¿quién es el que califica al resto dentro de la categoria de intelectuales? Parecería que tal mérito se obtiene con el paso de los años, por lo que nuestra grey del intelecto debe sumar más años que la era cenozóica, asunto con el que tengo nada en contra, aunque, no comparta la idea de que la vejéz sea mérito alguno, como no lo implica ser de Michoacán o vestirse de gris.
En fin, propongo que en el siguiente desayuno de intelectuales nos presentemos en un acto de sabotaje, tosos los que podamos, con el fin de obligar a alguien a explicarnos por qué los que se están comiendo medio kilo de machaca caben en la definición y nosotros no.
Sería buenísimo...
Entras en la escalera de lo oscuro,
manos en la pared te acechan,
se te acercan las lámparas y te besa la luz,
los ritmos del aire te quisieran poblar.
En un recinto opelecente,
una tendencia simple a la penumbre,
flama de incitación.
Ese brebaje que te bebes es el tiempo.
Lo que dicen mis labios es la sal
(la sal que trajo la fortuna para escarchar el borde de tus labios.)
manos en la pared te acechan,
se te acercan las lámparas y te besa la luz,
los ritmos del aire te quisieran poblar.
En un recinto opelecente,
una tendencia simple a la penumbre,
flama de incitación.
Ese brebaje que te bebes es el tiempo.
Lo que dicen mis labios es la sal
(la sal que trajo la fortuna para escarchar el borde de tus labios.)
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